Comenzar es un verbo con una pizca de esperanza
Comenzar una carrera, comenzar una relación, comenzar una nueva vida, comenzar un ciclo, comenzar de cero, comenzar de nuevo, comenzar… La vida está hecha de eternos “inicios”, de eternos “comienzos”, porque siempre hay algo nuevo que intentar, siempre hay algo nuevo que conquistar. Todos queremos “comenzar” y “comenzar con el pie derecho” (los fracasos no caben al iniciar una empresa).
¡Qué emoción la de San Marcos al poner en su escrito las primeras palabras “comienzo del Evangelio de Jesucristo”! (Mt 1,1) Justamente como en el Génesis “En el Principio creó Dios…” (Gn 1,1) Un paralelo que nos anticipa cómo será la historia, pues los inicios brillan por sí solos.
En este escenario se encuentra Juan Bautista que replicando a Isaías nos invita a “dar la vuelta a la página” al pasado y esperar al Señor que está llegando en carne y hueso a vivir entre nosotros.
Por eso este “principio del Evangelio” no es solo el inicio de una narración, sino es el comienzo de la re-creación de la Historia. ¡Sí! Las cosas serán nuevas porque, en cierto sentido, Dios también cree en el hombre, cree en su buena voluntad, cree en su elección del bien y la belleza.
En este 2º domingo de Adviento se recomienza… aun nosotros debemos aceptarlo, comenzar de nuevo nos viene bien. “Resetear” para funcionar mejor. No importa si parece que no avanzamos, no importa si hemos intentado y aun no lo conseguimos, no importa si hemos dejado la mitad del corazón en el camino y la otra la traemos aun a “pecho abierto”, no importa si las voces de fuera no creen en nosotros, no importa si ya pasamos los límites. ¡Para el corazón paciente de Dios siempre se pueden enderezar los caminos tortuosos o los senderos “chuecos”!
Porque cada uno de nosotros es un evangelio donde Él sigue hablando,
Porque la historia no está concluida y aun hoy se puede hacer mucho.
Porque no es Dios el que se cansa, sino nosotros de ir tras su misericordia (EG 3).
Porque todavía no es tarde,
Porque aún no nos han robado los sueños,
Porque aun queremos otra oportunidad para hacer mejor las cosas…
Porque en este adviento de la vida esperamos esa Luz de la parusía que resplandece y nos dice: ¡Mirad, el Señor Dios llega con poder y su brazo manda! ¡Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede! (Is 40,10).
P. Miguel Martínez Cruz
Arquidiócesis de Morelia