El Nuevo Colegio Mexicano
P. Luis Daniel Rubio Morales
Arquidiócesis de Morelia
Historia de la Iglesia – PUG
Uno de los momentos más “dolorosos” para el Colegio Pio Latinoamericano fue la creación en Roma de un nuevo Colegio especial para los alumnos mexicanos. Si se recorren las listas de los alumnos del Pío Latino, fácilmente se ven que casi siempre la mayoría de los alumnos de este Colegio era procedente de México. Esto se puede constatar especialmente desde los tiempos de la Revolución de 1910 y de un modo particular en tiempos de la Persecución Religiosa desde 1919 a 1940 . Esa mayoría iba a quedar, por tanto, ya fuera del Pío Latino que acababa de construir un nuevo edificio para 320 alumnos.
En la zona meridional de la Villa Doria Panfili, hacia el suroeste de la Roma Antigua, con domicilio en la Vía del Casaletto número 314, se consiguió un terreno con cincuenta mil metros cuadrados de extensión para la construcción del nuevo Colegio Mexicano, era la antigua Villa Coen, perteneciente a la Arquidiócesis de Milán que tenía el proyecto de construir allí el nuevo Seminario lombardo.
La Bendición de la Primera Piedra la llevó a cabo el Santo Padre Paulo VI el día 12 de octubre de 1963 en la Sala Clementina del Palacio del Vaticano. Asistieron a ella el Cardenal Garibi Rivera (Promotor del Nuevo Colegio Mexicano), y no pocos de los Prelados mexicanos que se hallaban en Roma con motivo del Concilio Vaticano II; estuvieron también presentes a la ceremonia el Cardenal Carlos Confalonieri (Secretario de la Congregación Consistorial) y Monseñor Luigi Raimondi (Delegado Apostólico en México). También se hallaron ahí Monseñor Francisco Aguinaga (Procurador en Roma del Episcopado Mexicano para el Colegio) y otras personalidades entre las cuales estaban el P. Francisco Ramírez Meza, S.J., los Sres. Guillermo A. Jenkins, Juan Lainé y el arquitecto Silvio Galizia.
Un coro formado por los alumnos mexicanos del Colegio Pío Latino Americano cantó al principio el “Tu es Petrus”. El Cardenal Garibi dirigió luego el saludo de homenaje a Su Santidad. Después de recordar las grandes dificultades que había padecido la Iglesia en México por realizar la formación de los futuros sacerdotes durante los tiempos de Persecución, afirmó que gracias a las ayudas generosas de España, de los Estados Unidos (con el Seminario de Montezuma) y de Alemania se habían superado en buena parte esos enormes obstáculos para lograrla. Las Diócesis de México, afirmó, habían estado enviando alumnos a formarse en Roma cumpliendo con los deseos de Su Santidad el Papa. Asentó luego lo siguiente:
“El Seminario de Montezuma (USA) que ha servido tanto a la nación (mexicana), no puede acoger más allá un cierto número de alumnos; el Colegio Pío Latino Americano nos ha sido de grande ayuda, pero es imposible que pueda recibir a todos los jóvenes que serían necesarios para las necesidades de México. Por tanto, ha sido ya una necesidad la realización de una idea que expresó por primera vez el Sumo Pontífice Pío XI, de feliz memoria, la fundación a saber, de un Seminario mexicano para los jóvenes que no pueden ser acogidos en el Colegio Pío Latino Americano. Y aquí nos tenéis, Beatísimo Padre, agradecidos por la Benevolencia de Vuestra Santidad que benignamente se dignará bendecir la primera piedra de este nuevo Seminario” .
Cuatro años después de la Bendición de la Primera Piedra, el 12 de octubre de 1967 se fijó como fecha para la solemne Bendición e Inauguración del ya casi terminado Colegio Mexicano, de Roma. El mismo Papa Paulo VI fue invitado para esa ceremonia. El Cardenal Garibi el día 28 de agosto de ese año, por medio de una Circular, invitaba a los fieles de Arzobispado de Guadalajara (México) a formar parte de la Peregrinación a Fátima (por el Cincuentenario de las Apariciones) y a Roma para asistir a la referida bendición e inauguración del Colegio Mexicano.
El proyecto del nuevo Colegio lo habían elaborado los Arquitectos Francisco Giardino y Silivio Galizia; los trabajos llevados a cabo por la Empresa Castelli y toda la organización económico-financiera fue cuidada por los Hermanos Marenda y el Jefe del Comité Mexicano, Don Carlos Trouyet, generoso bienhechor. El edificio podría hospedar cerca de doscientas personas. Con cuarenta alumnos mexicanos se daba inicio.
Aunque por prescripción médica, el Santo padre no pudo llevar a cabo la bendición e inauguración del nuevo Colegio, recibió en Audiencia el día 11 de octubre en el patio de San Dámaso al Cardenal Garibi, a los demás Prelados y a los peregrinos y alumnos del Colegio. Al hablarle el Cardenal Garibi al Santo Padre de la solemne Concelebración que se proyectaba para la mañana del 12 en la Capilla Paulina, el Papa le replicó: “No, que se haga en la Basílica de San Pedro y en el altar de la Confesión”. Y así fue. Por estar impedido el Santo Padre, la presidió el Cardenal Samoré, en representación del Papa. Se ofició la Misa de Nuestra Señora de Guadalupe; la concurrencia fue muy numerosa en la gran Basílica.
Por la tarde, a las 4, fue la solemne Bendición del nuevo local del Colegio. Estaban presentes nueve Cardenales y más de treinta obispos, además de un gran número de sacerdotes. El primer Rector del Colegio, ahí presente era Mons. Bartolomé Carrasco, antes obispo de Huejutla. El representante del Santo Padre para hacer la bendición, era el Cardenal Gabriel Garrone, Prefecto de la Congregación de Seminarios. Al comenzar, el Card. Garibi dio lectura a una carta del Santo Padre dirigida a él y al Episcopado Mexicano con motivo de esa celebración. Por ella se unía espiritualmente a esa ceremonia y felicitaba a los realizadores de esa obra de tanta importancia. Ahí también llama “Pontificio” al nuevo Colegio.
Después leyó su discurso Mons. Octaviano Márquez, Arzobispo de Puebla (México), en el que hizo una breve descripción de la historia de la construcción del nuevo Colegio. Entre otras cosas, dijo que una de las principales características del nuevo Colegio debía ser “el amor filial y la obediencia incondicional al Romano Pontífice y a todos los órganos de la Santa Sede”. “Este Colegio, decía más adelante, es un jirón de la Patria enclavado en el corazón de la Eterna Roma”.
Como acto final, vino la bendición eucarística en la capilla del Colegio por el Cardenal Garrone; en seguida recorrió algunas de las dependencias del mismo; luego Mons. Carrasco leyó una oración de acción de gracias para dar luego la bendición a todos el Cardenal Garrone. Como broche de oro, se cantó el Himno de Nuestra Señora de Guadalupe.
Al referirse a esa obra, el Cardenal Garibi decía: “…es un asunto que me llega al alma. Hemos trabajado cuanto ha sido posible por la realización de esta idea… Ha costado algo…Ahora hay que pagar la obra”. En seguida se trabajó organizadamente para saldar todas las cuentas que quedaban por pagarse .